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Serendipia, cuando el error es redituable

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Seguramente te ha pasado de estar haciendo algo y encontrarte con otra cosa que no estaba en tus planes, y te ha sorprendido para bien! Bueno, de eso se trata la Serendipia, término que originariamente fue acuñado en inglés (serendipity), empleada por primera vez hace unos 250 años por Horace Walpole cuando se refería al cuento de hadas persa “Los tres príncipes de Serendip”. Éste narraba cómo estos príncipes siempre estaban “haciendo descubrimientos, accidentales y sagaces, de cosas que no buscaban”. Tiempo después de quedar algo perdido, “serendipia” recobra fuerza con la revista Scientific American en 1955 al emplear el término para referirse a grandes hallazgos casuales.

Desde el inglés se adoptó el término en la 23ª Edición del Diccionario de la Real Academia Española, al definirla como:

“Hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual“

Sobre el significado

Serendipia indica descubrir o hallar algo afortunado o inesperado, es decir el descubrimiento de algo valioso de forma accidental. Para poner en concreto esto, empezaremos por el más cercano de los ejemplos a nuestros tiempos, que es aquella situación en la que estamos buscando algo en Internet, y nos topamos con algo que nos sorprende y nos satisface aún más que aquello que buscábamos originalmente, ¿cuál fue tu caso? No olvides dejar en los comentarios cómo te sucedió a tí.

No sólo es Suerte

Debemos dejar claro la diferencia con otros términos, para poder determinar cuando se da esta situación y cuando no. Por empezar, lo diferenciamos de la suerte, ya que el concepto de serendipia requiere de cierto ingenio adicional. Por otro lado, tampoco es lo mismo que el término “eureka”, ya que esto es usado al descubrir algo que se busca con afán, mientras que en la serendipia se halla algo sin pretensiones de encontrarlo.

Sacar ventaja del error

Cabe mencionar en este sentido la trascendencia de sacar partido del error, es decir el encontrar una oportunidad como fruto del fracaso. El que se quemó con leche, ve una vaca y llora dice el dicho: sacar provecho de cada error se llama experiencia, y es así que aprendiendo de ellos podemos evitar que se repitan.

Desde famoso episodio de Newton con la manzana, descubrimientos como las papas fritas, los rayos X, la penicilina, el principio de Arquímedes, el microondas o la viagra han sido fruto de estos descubrimientos accidentales.

Innovación

En este punto nos detenemos para pensar en cómo podemos relacionar aspectos inconexos entre sí para poder encontrar nuevas soluciones, agudizando nuestra capacidad de ver el problema con cierta distancia.

Como marcamos anteriormente, no hablamos de la suerte, sino sobre este aspecto puntual de la exploración, del elemento agregado del trabajo previo: aquí nos topamos con el Aprendizaje Activo, donde además la distracción y la sorpresa juegan como factores clave. No debemos desestimarlos.

Lo interesante aquí es que hasta podría encontrarse una nueva oportunidad de negocio! Imagina cómo un error de un empleado puede derivar en un nuevo negocio, suena más interesante cuando el error es redituable, ¿no?

¿Qué hacer con el error?

Un mal paso laboral puede significar mucho, tanto para una persona como para el entorno que lo rodea. Pero recordemos que numerosos descubrimientos realizados en la ciencia se dieron gracias a que sus autores se encontraban atentos, despiertos y abiertos a nuevas posibilidades, donde lo inesperado tiene un peso diferencial.

En este sentido debemos analizar lo sucedido, con una mirada objetiva sobre el fracaso: ¿Qué decisiones se tomaron? ¿Que faltó? ¿Qué resultados se obtuvieron? Procesar lo ocurrido nos permitirá ver más fácilmente y poder explicarlo.

Lo que haremos será re-armar la situación para reconstruirla con precisión, para luego pensar ¿qué haríamos diferente la próxima vez?

Debemos concentrarnos en aquello que podrías haber cambiado o controlado de tus acciones, aunque sabemos que hay cosas que se escapan de nuestras manos.

Para prevenir errores futuros, hay que anticiparse a ellos con notas o recordatorios, o mejorar nuestras habilidades de comunicación.

Otra buena forma de trabajar sobre esto, es creando un archivo donde anotaremos las decisiones, las exitosas y las que no, con su respectivo análisis. Esta actividad la podemos hacer a nivel individual como colectivo, dentro de un grupo de trabajo.

En el medio del error, la intuición

Lejos de la metafísica, atenderemos también a nuestra intuición, que siempre sumada a nuestros conocimientos nos darán más créditos para acertar. Esta intuición te permite generar una hipótesis (sobre un nuevo negocio por ejemplo), pero luego a eso lo debes contrastar con toda la información y aprendizaje previo, para ver si es acertada o no. De allí que la serendipia no se trata solo de suerte, sino más bien de estar en movimiento, dentro de una búsqueda.

¿Qué cosas no debemos hacer?

La autoflagelación es una de ellas. No debemos culparnos ni castigarnos por el error cometido, ya que no es malo errar. Se cometen errores porque se están haciendo cosas, de lo contrario estaríamos inmóviles en nuestra zona de confort.

El espectáculo en voz alta es otro de ellos, es decir cuando se trata de explicar y justificar sobre nuestro error. Por ejemplo en el juego, al cometer un error le estás dando a tus oponentes información que (serendipia!) podrás usar en forma engañosa para jugar con lo que puedan esperar de ti en un futuro. El error ya fue cometido, pero ese precio lo has pagado, así que es tiempo de sacar provecho de ello!

Serendipia en los negocios

Los niños son nativos digitales, y es así cómo pueden tocar todo sin miedo ni culpas, lo que les permite aprender más rápido que los adultos que sienten temor a romper. En el mismo sentido, en una empresa, el fracaso es uno de los principales condicionantes de la innovación, pero si cambiamos eso en la cultura organizacional, el mismo fracaso basado en la prueba y error beneficiará el proceso de aprendizaje. Podemos afirmar que los procesos de prueba y error mejoran los procesos empleados, por lo que debemos apostar por influir en comportamientos innovadores gestionando correctamente el fracaso para que toda la organización piense en propuestas innovadoras.

Podemos probar sacando de la zona de confort al empleado, sin pensar en que fracase al principio, sino más bien en que después aprenda del error. Lo que queremos no es “almacenar” el conocimiento, sino el desarrollo de habilidades que le permitan adaptarse a los problemas futuros.

Quitemos el aspecto peyorativo del término error y nos amiguemos con él. Ya lo dijo Thomas Edison antes de inventar la luz:
“No he fracasado, he encontrado 10.000 formas de generar electricidad que no funcionan”.